jueves, 20 de octubre de 2016

LA MÁS BELLA HISTORIA DEL MUNDO Hubert Reeves Jöel De Rosnay Yves Coppens Dominique Simonnet

1. LA EXPLOSIÓN DE LAS ESPECIES
Las células, demasiado tiempo solitarias, se tornan solidarias. Se despliega un mundo lleno de colores: nacen las especies, mueren, se diversifican. La vida crece y se multiplica. 26 LA SOLIDARIDAD DE LAS CÉLULAS En esta etapa de nuestra historia, la tierra está poblada de células que viven apaciblemente en los océanos y que muy bien pudieron continuar así...Pero llega un momento en que se ven obligadas a evolucionar. Las primeras células, que proliferan, se envenenan con los desechos que ellas mismas arrojan al entorno. Desde un comienzo la vida muestra una tendencia natural a agrupar a los individuos. Las sociedades “celulares” poseen ventajas evolutivas evidentes. Están mejor protegidas, sobreviven mejor que las células aisladas. ¿Cómo se van a constituir? El comportamiento de una ameba, el dycostelium, que hoy vive todavía, nos puede ayudar a saberlo. Se alimenta de bacterias. Si se la priva de alimento y de agua, emite una hormona de ansiedad. Se le unen otras amebas y se aglomeran en una colonia de cerca de un millar de individuos que se desplazan en busca de alimento. Si no lo encuentran, de fijan, desarrollan un tallo con espora y así se quedan indefinidamente, en plena sequía. Si aparece agua, las esporas germinan y producen amebas independientes que se marchan cada una por su lado...Los vólvox, pequeñas células provistas de flagelos, se comportan del mismo modo: en un mismo medio pobre en sustancias nutritivas, secretan una especie de gelatina, se pegan unas con otras y se desplazan en la misma dirección, con los flagelos en la parte exterior, de un modo coordinado, como formando una sola y la misma entidad. ¿Así se constituyeron los primeros organismos multicelulares? Es probable que una lógica semejante de socialización haya actuado en los comienzos de la vida. Las primeras asociaciones de células utilizan una especie de cañería central, una suerte de cloaca general para evacuar desechos. Otras tienen forma ahusada, adelante poseen un sistema de coordinación y atrás o a los costados un sistema de propulsión. De este modo se mantienen juntas. ¿A qué se parecen estos primeros conjuntos de células? Están compuestos por varios miles de individuos y forman pequeñas jaleas transparentes; son los primeros organismos marinos, gusanos, esponjas, medusas primitivas. Esta transformación ocurre en un lapso de sólo algunos cientos de miles de años. La evolución se acelera.
 2. LA DIVISIÓN DEL TRABAJO
 Estos nuevos ensamblajes son muy distintos de los anteriores. Sí, la materia suele estar hecha de apilamientos de átomos idénticos unos a otros. En el mundo viviente, las células se diferencian según el lugar que ocupan en la estructura. Algunas se van a especializar en la locomoción, otras en la digestión y otras en la acumulación de energía. Poco a poco, reproduciéndose en el curso de las generaciones, estos organismos transmiten sus propiedades a su descendencia. ¿Y se puede seguir explicando este fenómeno por la mera urgencia de sobrevivir? Sí, el organismo compuesto por células especializadas resiste mejor que un conjunto de células idénticas, pues puede responder de distintos modos a agresiones del entorno, lo que le concede mejores posibilidades de supervivencia. Los sistemas monolíticos siempre han terminado por desaparecer. ¿Pero qué empuja a estas células a asociarse? Desde luego, no se dicen “esto nos conviene para sobrevivir”... ¡Por supuesto que no! Las células no saben, es obvio, que les interesa sobrevivir. Pero poseen mecanismos de aproximación que las invita a ligarse a sus semejantes, e intercambian sustancias unas con otras. El juego de esta comunicación química y de los pequeños cambios que efectúan sus genes termina por especializarlas. Se establece entonces una topografía en el grupo de células. Una medusa, por ejemplo, posee un sistema de contracción para desplazarse y un sistema sensorial que le permite dirigirse hacia el alimento. El plan del conjunto esta contenido en cada una de las células. Basta con una para que vuelva a empezar la organización. A pesar de todo, las células que permanecieron solitarias consiguieron sobrevivir y algunas lo han hecho hasta hoy. ¿Por qué no se reagrupan éstas? Porque estaban bien adaptadas a su entorno. Es el caso de los paramecios y las amebas: una sólida membrana las protege y están equipadas con cilios vibrátiles que les permiten desplazarse con facilidad; disponen de manchas fotosensibles que les señalan la luz y de enzimas eficaces que dirigen toda suerte de presas. Una bacteria posee hasta una especie de olfato: receptores químicos que comunican con su flagelo y la guían hacia los medios con mayor abundancia de alimento, como si sintieran el olor de la comida.


3. ¡VIVA EL SEXO!
 ¿Y cómo van a continuar su evolución los organismos de varias células? El árbol de la vida se desarrolla en tres grandes ramas a partir de los seres pluricelulares más simples, como las algas, las medusas y las esponjas: la de los champiñones, los helechos los musgos, las plantas de flor; la de gusanos, los moluscos, los crustáceos, los arácnidos, los insectos, y la de los peces, los reptiles, los procordados, luego las aves, los anfibios, los mamíferos...Y después viene una invención mayor: el sexo. Hasta entonces las células se reproducían, en el sentido propio del termino: de manera idéntica. Con el sexo, dos seres vivos procrean un tercero que es distinto de ellos dos. ¿Quién fue el astuto que lo invento? Según algunas hipótesis, el sexo habría nacido del... canibalismo: al comerse unas a otras, las células habrían integrado los genes de otras especies, que luego se habrían mezclado. Este fenómeno existe en las bacterias: algunas, bautizadas más y menos, se aparean e intercambian su material genético. Enseguida, a medida que los organismos se tornan más complejos, se van a dotar de células especializadas en la reproducción, las células germinales, que incluyen, cada una, la mitad de los genes de su organismo. La sexualidad se generaliza. Y desde ese momento el mundo viviente se hace más y más variado. Es una revolución. La naturaleza puede combinar genes gracias a la sexualidad. Estalla la diversidad. Comienza la gran aventura de la evolución biológica; va ha experimentar innumerables ensayos fracasados, pistas que no llevan a ninguna parte, especies que no sobreviven... la naturaleza pone a prueba en gran escala: si la especie inventada no se adapta, desaparece. ¿Por qué la sexualidad se estabilizo entre dos?¿Por qué no entre tres? La mezcla de genes pone en juego, con los dos filamentos del ADN, un proceso de duplicación. Para combinar dos pares de cromosomas en un huevo fecundado, se necesita una maquinaria biológica extremadamente compleja. Y lo seria aun más si tuviera que mezclar tres patrimonios genéticos. Si hubo especies que inventaron una sexualidad de este tipo, no han sobrevivido.
4. LA MUERTE NECESARIA
Y se produce otro fenómeno decisivo: la introducción del tiempo en el organismo, es decir el envejecimiento y, en última instancia, la 29 desaparición del individuo, la muerte. ¿No se pudo prescindir de esto? La muerte es tan importante como la sexualidad: vuelve a poner en circulación los átomos, las moléculas, las sales minerales que necesita la naturaleza para continuar desarrollándose. La muerte realiza un gigantesco reciclaje de unos átomos cuyo número es constante desde el Big Bang. Gracias a ella, la vida animal se puede regenerar. ¿Estaba presente desde los primeros organismos? Sí, también envejecen las medusa. Las células no dejan de reproducirse en todos los seres vivientes, pero poseen un oscilador químico, una especie de reloj biológico interno que limita a la cantidad de sus reproducciones: entre cuarenta y cincuenta. Cuando llegan a esta fase, un mecanismo programado en sus genes las conduce a una especie de suicidio. Mueren. Sólo las células cancerosas eluden esta fatalidad: se reproducen indefinidamente, sin especializarse ni diferenciarse como lo hacen las células embrionarias. Pero su inmortalidad provoca la muerte del organismo a que pertenecen... ¿Se puede decir que la muerte es una necesidad de la vida? Totalmente. Pertenece a la lógica de lo viviente. A medida que las células se dividen, multiplican los errores de sus mensajes genéticos y estos se acumulan en el curso del tiempo. Finalmente hay tantos errores que el organismo se degrada y muere. Es un fenómeno ineluctable. La muerte no es, por cierto, un regalo para el individuo, pero sí lo es para la especie: le permite conservar su nivel óptimo de desempeño. ¿Qué más puede hacer la evolución una vez que conoce el sexo y la muerte? Perfeccionarse. El mundo viviente va a seleccionar un modo de fabricar energía; utilizando los azucares como alimento, va a enriquecer su metabolismo y desarrollar músculos, lo que le permitirá actuar, nadar, volar, correr, conquistar el mundo. Simultáneamente, los captores, que son los sentidos, coordinan las actividades del organismo. Aparecen tres grandes novedades: el sistema inmunitario, que asegura protección contra parásitos o virus; el sistema hormonal que permite el control de los ritmos biológicos y de la reproducción sexuada, y el sistema nervioso, que rige la comunicación interna. ¿Cuándo aparece este último? Los primeros organismos, medusas, peces primitivos, necesitan coordinar sus células para reproducirse. Cuentan por lo tanto con canales especializados por donde circula la información. Un gusano, que apenas esta compuesto por algunos miles de células, 30 posee fibras nerviosas que convergen en su cabeza, ganglios. En el curso de la evolución, este dispositivo se va a ramificar para formar una red de neuronas interconectadas que se reunirán en un cerebro. De hecho, los tres sistemas, nervioso, hormonal e inmunitario, aparecen apenas los animales salen del agua.

5. EL REGALO DE LAS LÁGRIMAS
 ¿Qué los impulsa a salir del agua? Las especies pululan en los océanos. Reina la competencia. Aventurarse a tierra firme parece ventajoso para conseguir alimento, pero volviendo al océano para poner los huevos. El primero que experimento esta fórmula fue sin duda un pez extraño, el ictiostega. Posee grandes aletas, vive en pequeñas lagunas y saca del agua de vez en cuando sus ojos globulosos para buscar pequeños insectos. En el curso de las generaciones, los descendientes de esta especie se arriesgan más tiempo en tierra firme gracias a unas branquias que les permiten capturar oxigeno del aire, pero también gracias a las lágrimas: tienen que conservar húmedos los ojos para poder ver tan bien en tierra como en el agua. La especie mejora por sucesivas selecciones: las aletas se tornan más sólidas, aparece una cola. Sus descendientes serán los batracios y los anfibios. ¿No estaríamos aquí si este pez no hubiera tenido lagrimas! ¿La vida al aire libre favorece la evolución? Sí, la comunicación es más inmediata en el aire, más rápida, más sencilla. Y mayor la accesibilidad del alimento. Sin embargo, el oxígeno es un veneno para la vida: Contribuye al nacimiento de radicales libres, moléculas desequilibradas, que inducen la destrucción celular y por lo tanto el envejecimiento precoz; pero es esencial para dotar de energía a los organismos y hacer avanzar la evolución. ¿Y cómo van a acelerar el perfeccionamiento de los organismos estas restricciones del medio? Con la aparición del esqueleto, los animales se tornan más sólidos y se liberan del peso. La invención de los músculos les permite dejar de ser bolas de gelatina muelle como los gusanos de tierra o las medusas; ahora pueden ejercer presión mecánica sobre el entorno, soportar el peso de la grasa protectora y del cerebro. Todo se diversifica: el metabolismo, los sistemas de locomoción...durante este tiempo se seleccionan en las plantas los sistemas para captar la energía solar con las hojas y para transportar energía con la savia.
6. EL OLFATO DE LOS VEGETALES.  ¿Y por qué los vegetales no desarrollaron todas estas maravillas que aportaron los animales? Con la excepción de las algas, que evolucionaron en la superficie de los océanos, los vegetales se ingeniaron un camino más económico gracias a su inmovilidad, que les permite gastar menos energía. Su modo de vida es sencillo: fotopilas para transformar directamente la energía solar en energía química, raíces para extraer sales minerales y agua... lo astuto es su sistema reproductor, que es móvil y utiliza variados medios. También los vegetales han heredado una sexualidad muy rica y están adaptados maravillosamente bien. Basta, para comprobarlo, observar un champiñón al pie de una secoya gigante de varios miles de años de edad. O, sencillamente, basta mirar los triviales pinos de montaña. ¿Y en que se advierte que resultan de una buena adaptación? Necesitan de una determinada temperatura para desarrollarse en el bosque. Tal como las margaritas de nuestro planeta imaginario, los árboles sombríos y negros capturan mejor el débil resplandor solar, calientan el entorno inmediato y crean un microclima favorable para su crecimiento. Pero en el invierno se cubren de nieve y quedan blancos. Si se mantuvieran así demasiado tiempo, ya no podrían asegurar las condiciones propicias. Ahora bien, como tienen las ramas inclinadas hacia abajo y en punta, la nieve se sostiene menos tiempo; recuperan su color y se calientan rápidamente. La evolución ha mantenido el tipo de árbol que mejor resiste la intemperie. Por eso hay pinos en las montañas...Y uno se maravilla por esa fantástica adaptación. Una pregunta ingenua: ¿Por qué los vegetales no desarrollaron un cerebro? Seres inmóviles no necesitan funciones complejas de coordinación. No les impulsa la necesidad de huir o de luchar como los animales. Comenzamos, no obstante, a descubrir, en las plantas, una forma de sistema inmunitario, un sistema de comunicación e incluso un homólogo de un sistema nervioso. Los vegetales poseen sofisticados mecanismos que los protegen contra invasores: una suerte de “hormona” vegetal les permite, por ejemplo movilizar sus defensas. Se sabe, también, que los árboles se “avisan”, a distancia, la presencia de un agresor. ¿Avisan? Sí, cuando están en presencia de animales predadores que les quieren comer las 32 ramas bajas, algunos árboles emiten productos volátiles que transportados de árbol en árbol modifican la producción de proteínas y dan a las hojas un gusto desagradable. ¡Yo no iría tan lejos, sin embargo, como para decir que hay que hablar con las plantas de interior!¿En todo caso se puede afirmar que los animales son los que han llegado más lejos en cuanto a complejidad? Es verdad que el mundo animal, en efecto, demuestra mayor exuberancia que el mundo vegetal en su adaptación al medio: hay especies que corren, que excavan, que nadan, que vuelan, que se arrastran... los animales desarrollan innumerables trucos, desde las presiones del abejorro hasta los tentáculos del pulpo, inventan trampas, cebos, armas, garras, alas, picos, aletas, caparazones, tentáculos, veneno...
7. LA EXCLUSIÓN NATURAL
 Cuando se dice “inventan”... No inventan. El fenómeno de la “selección” elimina a los menos aptos. Consideremos por ejemplo los gorriones de gran pico que se alimentan exclusivamente de pequeños gusanos ocultos en agujeros de los árboles. Son tan numerosos y activos que terminan por eliminar a todos los gusanos que hay en la superficie de las cortezas. Sin alimento, la mayor parte muere. Pero unos pocos poseen, por una mutación ocurrida al azar, un pico en punta más largo que el de los otros. Sus descendientes pueden ir a buscar gusanos en agujeros más profundos y resisten mejor la escasez. Resultado: este linaje se impone. Con el curso de las generaciones, la mayoría de la especie va a poseer un pico más largo. No se puede decir, sin embargo, que los gorriones “inventaron” este recurso. En realidad es al revés: murieron los que no tuvieron la fortuna de una mutación que les dio un pico más largo. En el proceso de evolución no hay, entonces, intencionalidad. No. La evolución intenta miles de soluciones al mismo tiempo; unas tienen éxito y otras no. Se conservan, por definición, las que permiten sobrevivir. ¿Y el medio no actúa directamente sobre la evolución? Hoy se considera que quizás tiene alguna influencia en el comportamiento de las células, por intermedio de las mitocondrias, esas fábricas que en el interior de las células poseen planes genéticos independientes y son muy sensibles a los cambios. Pero esto no se transmite a la descendencia. ¿Entonces el principio de la selección natural sigue siendo pertinente hoy? Sí, pero a condición de que no se 33 vea en ello la noción de un entorno demiurgo que decidiría lo que está bien y lo que no. Esto se mantiene y esto se desecha. No. Hablemos, mejor de exclusión competitiva: en el curso de las generaciones, se excluye a las especies menos adaptadas. Para comprender mejor este fenómeno hay que contar con el curso del tiempo y pensar en una larga cadena degeneraciones sucesivas que se modifican muy lentamente. Una mayoría aplastante de soluciones, de especies inventadas por la naturaleza, desaparece. ¿No hay momentos en que la evolución haya intentado detenerse, en que el mundo viviente puede hallar estabilidad, como las margaritas de nuestro planeta? No. La diversidad es enorme desde el comienzo de la vida. Retomando la metáfora de Hubert Reeves, hay demasiadas letras como para que solo formen una palabra única. ¿La estabilidad de alguna especie gastada ha podido establecerse en algunos pequeños asteroide, constituyendo una suerte de compromiso o armisticio de la evolución? Pero no en toda la Tierra, que tiene unas dimensiones, una geología, una biosfera, una relación entre lo mineral y lo orgánico y un entorno en cambio constante que obliga a las especies a modificar su adaptación y evolucionar. Y eso ocupa algunos cientos de millones de años. Sí. Esta selección actúa sobre millones degeneraciones sucesivas. Los mecanismos sensoriales se afinan. Los comportamientos se diversifican. Algunas especies se asocian y forman un verdadero organismo colectivo. Un panal de abejas, por ejemplo, mantiene la temperatura gracias al movimiento de las alas de los insectos; está irrigado por las hormonas que resultan del frotamiento de los insectos. Cuando las abejas dejan el panal para buscar alimento, indican con una danza las fuentes más cercanas. Así el panal economiza energía; optimiza sus posibilidades de sobrevivencia. Lo mismo ocurre con las hormigas: mantienen a las larvas, ayudan a la reina, se reparten las tareas, un poco como las células del vólvox, y aseguran el equilibrio del organismo hormiguero. Si se quita el treinta por ciento de las obreras, el conjunto se va adaptar y restablecerá la proporción. Pero las hormigas no son capaces de comportamientos autónomos. E incapaces de planificar. Se comunican individualmente por las feromonas, pero también colectivamente por el entorno: una hormiga joven va a aprender las redes, los caminos que han trazado sus congéneres. El comportamiento simultáneo de miles de individuos conduce a una forma de inteligencia colectiva. La hormiga, por ejemplo, sabe escoger el camino más corto para traer alimento. Este 34 modo de asociación ha tenido bastante éxito, porque las hormigas existen hace millones de años. Si el planeta experimentara una guerra nuclear, es probable que sobrevivan gracias al caparazón que les permite resistir las radiaciones y gracias a su modo de organización.






8. EL INFORTUNIO DE LOS DINOSAURIOS.
Un mundo de hormigas y bacterias... hermosa perspectiva. En el curso de este relato se puede apreciar que, como la del universo, la evolución de la vida ha sido, por lo menos, caótica. Sí. Ha experimentado una aceleración constante, pero también crisis, caminos sin salida y periodos de grandes extinciones. Los dinosaurios reinaban en el planeta hace doscientos millones de años. Las especies jamás habían logrado conquistar, como ellos, todos los ambientes. Había pequeños, enormes, vegetarianos, carnívoros, corredores, voladores, anfibios... una diversidad formidable, que les permitió adaptarse a sus entornos. Y sin embargo desaparecieron... ¿Entonces es estúpida la hipótesis de que eso se debió a su mala adaptación? Totalmente. A finales del jurásico, hace sesenta y cinco millones de años, cayó en el Golfo de México, cerca de Yucatán, un enorme meteorito de cinco kilómetros de diámetro. El choque fue tal que repercutió al otro costado del planeta y provoco un resurgir de magma. Este golpe doble creó un incendio mundial, se abrasaron los bosques, se liberó gas carbónico y polvaredas cubrieron la Tierra con un velo intenso. El planeta se oscureció, se produjo un frío terrible y, probablemente, un posterior efecto invernadero que condujo a un recalentamiento. ¿Solo sobrevivieron algunas especies? Sí. Es el caso de los lémures, que son muy móviles, adaptables y están provistos de manos prensiles. Se refugiaron en las grietas de las rocas y originaron los linajes que condujeron a los mamíferos. Estos adquirieron una nueva ventaja para asegurar la supervivencia de su descendencia; llevar el huevo internamente lo protege mucho más que si queda en el exterior. Pensemos en los batracios, que ponen miles de huevos que se dispersan, son comidos, se pierden...
9. LA SELECCIÓN EN LA CABEZA  ¿En qué momento aparece verdaderamente el verdadero cerebro? Desde los peces, y después con los vertebrados, los pájaros, los reptiles, los 35 anfibios y el hombre, el cerebro no ha cesado de perfeccionarse por estratos sucesivos. Primero, el más primitivo: el de los reptiles, que coordina los instintos primarios de supervivencia, hambre, sed, el instinto sexual, el miedo, el placer que impulsa a la unión y el dolor que no se le puede disociar. Ante un intruso, el cerebro primitivo reacciona y conduce al organismo a producir un veneno o a saltar sobre el agresor... segundo estrato, en los pájaros: el mesoencéfalo, que conduce a mecanismos colectivos como el cuidado de los pequeños, la construcción del nido, la búsqueda de alimento, el reparto, el canto, las exhibiciones amorosas... el tercer estrato aparece enseguida en los primates y sobretodo en el hombre; la corteza cerebral que proporciona datos abstractos, la conciencia, la inteligencia. Lo más asombroso es este principio de selección, que se encuentra por todas partes, en el universo, en la primera química de las moléculas, en los seres vivos y, si debemos creer al neurobiólogo Jean Pierce Changeux, en el interior mismo del cerebro cuando se desarrolla en un recién nacido. El desarrollo del sistema nervioso también obedece, en efecto, al principio darwiniano de la selección. Cuando crece un pequeño animal, sus neuronas se relacionan mediante un sistema que obedece a un plan de orden genético. Pero el empalme entre neuronas solo subsiste si estas funcionan en un circuito, si el entorno las solicita. Las neuronas visuales de un recién nacido no se conectan si a éste se le mantiene continuamente en la oscuridad. Hay, pues, de algún modo, una selección que solo mantiene los circuitos pertinentes. Aprender es eliminar. Según el antropólogo Stephen J. Gould, cada suceso, por insignificante que sea, influye el curso de la historia. Como en La vie est belle, la película de Frank Capra, basta modificar una nadería para que todo cambie con toda una catarata de consecuencias. Si no hubiera aparecido el pikaka, un gusano que está en el origen mismo de nuestro linaje, o si hubieran sobrevivido los dinosaurios, no estaríamos aquí. No habría ningún sentido, según él, en la evolución. Esta no retendría a los mejor adaptados, sino a los más afortunados. La vida quizás fuera aconteciendo probable, pero el hombre un verdadero afortunado. Si los lémures no hubieran sobrevivido ni podido alimentarse de bayas en sus agujeros mientras desaparecían los dinosaurios, no estarían aquí. No hay una intención oculta en esta historia. Pero el resultado es que aumentara la complejidad. Si existen planetas que hayan desarrollado en las mismas 36 condiciones que la Tierra, no es improbable que esos seres existan y que no se diferencien de nosotros más que un avestruz de un cocodrilo: cuatro miembros, dos ojos, un cerebro, sistemas locomotrices. Y hay una fuerte posibilidad de que estén en el mismo punto evolutivo que nosotros... no se puede afirmar que exista una ley que impulse a la complejidad. Pero comprobamos que alguna cosa se organiza y conduce a una inteligencia cada vez mayor y más desmaterializada. Quizás la historia de la evolución es el artefacto de una conciencia que adquiere conciencia de sí misma.
10. LA MEMORIA DE LOS ORÍGENES

Solo el cerebro humano se interroga sobre sí mismo... ¿Esto le distingue de los demás? No sólo eso. Es capaz de exteriorizar funciones en el medio. La herramienta prolonga la mano. El hombre puede hacer hoy todo lo que hacen los demás animales: correr como una gacela con un automóvil, volar como un águila con un ala delta, evolucionar bajo el agua como un delfín, avanzar bajo tierra como un topo... una máscara, anteojos, un paracaídas, a las ruedas... ha ampliado también sus funciones sensoriales mediante la escritura, que permite conservar la palabra y transmitir el pensamiento en el espacio y en el tiempo. Esto caracteriza al cerebro humano. No es sólo una masa muelle de neurona, ni una estación telefónica que agrupa los circuitos del cuerpo, ni siquiera un ordenador. Se extiende también al exterior, acoplado a otros cerebros humanos en el conjunto del planeta. Es una red fluida, en continua reorganización, que reconfigura sus neuronas en la acción y la reflexión. En toda esta historia, se comprueba que la complejidad se desarrolla con la disposición de cosas simples: dos cuarks en el comienzo del universo, cuatro átomos simétricos para el carbono, solo cuatro bases para los genes, dos moléculas semejantes para fundar los mundos animal y vegetal, dos individuos para el sexo... como si en cada etapa la naturaleza encontrara el camino más sencillo para progresar. De algún modo... complejidad no es complicación. Es una repetición de elementos simples que se reproducen y proliferan. Hoy sabemos simular este fenómeno en una pantalla de ordenador: partiendo de una forma elemental vemos que se constituyen dibujos elaborados a los que llamamos con el hermoso nombre de “formas fractales”; parecen alas de 37 mariposa, colas de hipocampos, montañas, nubes. La vida es así, repetitiva. El átomo está en la molécula que está en la célula que está en el organismo que está en la sociedad...llevamos en nosotros entonces, las huellas de estos ajustes...Exacto. Nuestro cerebro, con sus tres estratos, conserva la memoria de la evolución. También nuestros genes. Y la composición química de nuestras células es un fragmento pequeño del océano primitivo. Hemos guardado en nosotros el medio del que salimos. Nuestro cuerpo relata la historia de nuestros orígenes.

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